Uno de los generadores de violencia, son los videojuegos, que desde la década de los ochenta, se han transformado, en un fenómeno mundial que mueve masas. A través de los años, los videojuegos han ido evolucionando tanto en su calidad virtual, como en su objetivo de diversión.
Son pocos los
niños y niñas que desconocen a Mario Bros, a Sonic o a otros personajes de
videojuegos básicos que se relacionan al competir en base a la perseverancia,
sin embargo, la gran demanda de “gamers” en edades pre adolescentes, empuja a
las grandes empresas de videojuegos a crear escenarios virtuales llamativos con
connotaciones de violencia. Actualmente, se han convertido en uno de los
juguetes más vendidos, tanto en niños, jóvenes y adultos, creando adicciones y
forjando conductas agresivas, con mucha facilidad, normalizándolos al llamarlos
“Juegos”.
No se trata de estigmatizar todos los videojuegos. Sino de hablar de un tipo de videojuegos que están en auge entre los niños, jóvenes y adultos; en donde se resalta la violencia como una forma de entretenimiento y diversión.
En su gran mayoría los videojuegos actuales con más
demanda, son aquellos que tienden a fomentar valores contrarios a los que
promovemos en la educación, la violencia como alternativa en la resolución de
conflictos, la competitividad y el triunfo como metas incuestionables o el poder
frente a los débiles o diferentes.
Los valores se interiorizan a través de la relación con la realidad y las personas que nos rodean, siendo que, los videojuegos forman parte de los instrumentos por el cual, el niño comprende el medio cultural al que pertenece. Representando simbolismos sociales y construcciones culturales de nuestro entorno.
Lo peligroso de este modelo de interacción virtual es la prioridad de la victoria sobre la justicia, de la violencia sobre el diálogo o la comprensión. El juego emocionante y que llama la atención, es aquel que involucra intensamente a sus participantes, donde hay un ganador y los demás se conviertan en perdedores. En esta visión de la realidad, el otro diferente a mí, es siempre un rival, un enemigo que debe ser eliminado, en donde la única opción es matar o morir, ganar o perder.
Esta concepción de los videojuegos supone una visión unidimensional de la vida. No hay posibilidad de empatía, de comprender y acercarse al otro. .Se debe actuar, sin piedad ni compasión. La destrucción, la lucha o el combate son los elementos centrales y la finalidad esencial que motivan la acción a través de todo el videojuego.
En este universo virtual no es de extrañar que los comportamientos más inhumanos como la tortura o la guerra, pasen a convertirse en una aventura, en una oportunidad de diversión y entretenimiento.
En los videojuegos, la persona asume el rol de protagonista al punto de identificarse con el personaje, actuar por él, involucrándose en las decisiones que se toman. A demás que los juegos son cada vez son más potentes y permiten una mejor calidad de imagen, añadiendo más realismo a la acción, por lo cual es muy importante estar alertas, en cuanto al peligro de cómo los videojuegos pueden influenciar en el proceso identificatorio de la fantasía con la realidad.
Los videojuegos, como todo en exceso son malos y pueden generar adicciones. Mucho más cuando se trata de juegos online, aquí el internet juega un papel importante, pues estos nunca llegan a interrumpirse y los jóvenes pueden perder la noción del tiempo y quedarse todo el día jugando, reduciendo sus relaciones sociales, convirtiéndolas únicamente de manera virtual, lo alejan de sus familiares, amigos; y sus intereses y prioridades pasan a ser otros. Por lo que es importante poner límites de tiempo y tener control en el uso de los videojuegos.
Generalmente al hablar de adicción pensamos en drogas o alcohol, pero también existe la adicción a los videojuegos y son igual de peligrosos que cualquier adicción. Cabe recalcar que como toda adicción esta arraigado aspectos personales, tales como problemas emocionales, sentimientos de soledad, estrés, conflictos sin resolver, etc.; y al no tener recursos suficientes de cómo enfrentarlos, se refugian en objetos que llaman su atención convirtiendo así en adicciones, como una manera de escapar del mundo real.
Elaborado por:
Psi. Cl. Nicole
Mejía M. y Psi. Cl. Karina Peña A.
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