La sociedad
actual se caracteriza por el cambio y el cambio parecería ser lo único
permanente en la sociedad.
¿Cómo preparar a los hijos a enfrentar una sociedad
del futuro cuando las placas tectónicas de sus cimientos subterráneos están en
constante movimiento?
¿Será este
escenario incierto, la antesala de un proceso en constante gestación, que
convoca hoy más que nunca a la innovación y al emprendimiento?
El rol que
juega la educación es determinante a la hora de formar a un niño para que
desarrolle capacidades que lo encaramen a objetivos claros que les permitan en
la vida adulta arribar a esa otra orilla de resultados y metas exitosas.
Pero el éxito
es un camino cada vez más empedrado plagado de retos íntimamente ligados a la
creatividad, que es el motor detonante para reinventar, una y otra vez, nuevas
perspectivas que desfasan a las ideas tradicionales, por su originalidad ante
la respuesta de solución para un determinado problema. Necesitamos
entonces, hijos que piensen diferente, que se atrevan a cruzar la frontera de
la inercia cotidiana con esfuerzo, voluntad, imaginación y liderazgo, teniendo
al conocimiento como un eje transversal necesario; que no se quede rezagado en
el dogma teórico, sino que trascienda a la funcionalidad práctica del quehacer
humano.
La batalla no
es fácil en el contexto de una sociedad hedonista que invita a zambullirse en
la piscina del tibio placer, donde los seres más vulnerables son precisamente
los que están en proceso de formación. Por
ello, los padres y educadores, necesitan unir sinergias en una misma dirección
constituyéndose en referentes coherentes e inclaudicables frente a la
irracional tendencia deshumanizante del mundo light, anteponiendo una racional
exigencia a prevalecer en la esencia del valor, e inyectándoles confianza a
través de un buen sistema de estimulo a sus capacidades, el mismo que
contribuya a construir un positivo autoconcepto de sí mismos, fortaleciendo su
autoestima, su voluntad y su carácter, de manera que aprendan a tomar
decisiones sin miedo a equivocarse, para que puedan más tarde asumir riesgos.
Tienen que
tomar riesgos a su debido momento, y debemos permitir que lo hagan; aunque
nunca estemos preparados para ese despegue, porque íntimamente quisiéramos
seguir en la dirección del volante, pero debemos reubicarnos en el puesto de
copilotos para acompañarlos y apoyarlos moral y si es preciso, financieramente,
motivándolos a que puedan perseguir sus propios intereses y crear sus propios
proyectos. Necesitamos a la par, un sistema de educación que cuidando de no
caer en el academicismo permita el libre desarrollo de las iniciativas
individuales; fomente la capacidad de análisis y critica otorgando espacios
reflexivos para la indagación personal, de manera que no caiga en el peligro de
domesticar o atrofiar los resortes de la imaginación y el espíritu de
emprendimiento que tienen como antesala a la innovación y el liderazgo.
Un sistema de educación
abierto que no enclaustre el pensamiento; y que por el contrario, abra las puertas a la cosmovisión para
vislumbrar nuevos horizontes. No podemos formarlos
para que sean herederos o continuadores del modelo, sino para que rompan
paradigmas; y sólo podrán hacerlo, con el equipaje que van cargando en su
personalidad, donde la capacidad de innovar fluirá diáfana en algunos casos; o con
mayor dificultad en otros, según sus características propias, en tanto dicho equipaje contenga a las demás
prendas como prerrequisitos, para que la audacia del riesgo y la innovación den
a luz un espíritu emprendedor.
Susana
Salcedo de Egas
Directora
General
Logos
Academy
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su comentario.