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2 may 2019

La palabra del niño y niña en la prevención del abuso sexual infantil


El abuso sexual infantil es una problemática que ha permanecido acallada dentro del malestar cultural. Resulta aún hoy muy incómodo hablar desde ciertas esferas y sectores sociales sobre esta dura realidad que golpea a nuestros niños y niñas. La literatura demuestra que la primera reacción de los cuidadores de los niños y niñas, ante la manifestación de un posible abuso sexual (por ejemplo, en los juegos hipersexualizados) es de angustia y, ante la interpelación del cuidador (entiéndase como el padre, la madre o un familiar a cargo del niño/a) sobre la dinámica observada, la respuesta del adulto es la increencia. 

El planteamiento ético desde la atención terapéutica se debate en reconocer plenamente a un niño o una niña como un sujeto. ¿Qué significa esto? Pues es la posición de reconocer que en ese niño y niña se encuentra una subjetividad que merece respeto y cuyas palabras deben ser atendidas y escuchadas; que en esa subjetividad en construcción acontecen eventos que pueden acarrear dolor y sufrimiento, muy por el contrario al famoso prejuicio de que la infancia es una etapa de “color de rosa”. 

La famosa psicoanalista francesa Francoise Doltó, quien mantuvo una clínica especializada en la atención a niños/as, logró transmitir que efectivamente la palabra del niño/a tiene un valor fundamental, de carácter simbólico, frente a su posición en el mundo: su manera de entender las diversas etapas que atraviesa; la forma de vivir su afectividad con sus pares y con los adultos; la posición que ocupa dentro de la familia y, que en el mejor de los casos, se reconoce al niño/a como un ser humano deseado en amor dentro de la pareja parental. 

Pero, un evento de alto nivel traumático como un abuso sexual, puede dejar al niño o niña sin palabras. De ahí la sutileza clínica de poder leer en los síntomas (juegos, actos, dibujos) las impresiones de una posible violencia de carácter sexual. Considero que, la primera medida de prevención ante esta triste problemática es la de reconocer plenamente a nuestros niñas y niños como seres humanos plenos. De ahí que, la creencia en sus palabras, podría permitir tomar medidas oportunas para detener a tiempo un posible abuso sexual. Es importante que los padres y las madres puedan detenerse en medio de la velocidad del ritmo del día a día, para poder escuchar a nuestros hijos e hijas. Por eso la invitación ética también es con las familias: escuchemos a nuestros niños y niñas. 

Por: Psic. Clín. Alvaro Rendón Chasi